El término economía política fue introducido por primera vez por Antoine de Montchrestien en 1615, y se utilizó para el estudio de las relaciones de producción, especialmente entre las tres clases principales de la sociedad capitalista o burguesa: capitalistas, proletarios y terratenientes.
En contraposición con las teorías de la fisiocracia, en las cuales la tierra era vista como el origen de toda riqueza, la economía política propuso (primero con Adam Smith) la teoría del valor-trabajo, según la cual el trabajo es la fuente real del valor.
Al final del siglo XIX, el término economía política fue paulatinamente abandonado por el término economía, usado por quienes buscaban abandonar la visión clasista de la sociedad (los economistas neoclásicos), reemplazándola por el enfoque matemático, axiomático y no valorativo de los estudios económicos actuales y que concebía el valor originado en la utilidad que el bien generaba en el individuo.
El término economía política también fue utilizado por el nacionalismo totalitario de Hitler y Mussolini, como sinónimo de economía nacional de Wilhelm von List, es decir, la supeditación de la actividad económica a las necesidades del estado y su planificación.
Actualmente, el término economía política se utiliza comúnmente para referirse a estudios interdisciplinarios que se apoyan en la sociología, la antropología, el derecho y la ciencia política para entender cómo las instituciones y los entornos políticos influyen sobre la conducta de los mercados.
Dentro de la ciencia política, el término se refiere principalmente a las teorías liberales, marxistas o de otro tipo que estudian las relaciones entre la economía y el poder político dentro de los estados.
La economía política internacional es en cambio una rama de la economía a la que le concierne el comercio y las finanzas internacionales y las políticas estatales que afectan el intercambio internacional, como las políticas monetarias y fiscales.
La economía política estudia las relaciones que los individuos establecen entre sí para organizar la producción colectiva, particularmente aquellas relaciones que se establecen entre los dueños de los medios de producción y entre quienes no los poseen. La economía ortodoxa (o del valor subjetivo) se enfoca en los precios y ve la producción y al consumo como «efectos» de éstos y, en cambio, la economía política ve la actividad económica como el resultado de las necesidades de supervivencia y reproducción del ser humano, articuladas a una comunidad y a sus determinaciones legales, técnico-científicas y culturales. La división entre «valor de uso» y «valor de cambio» (distinción establecida con claridad por Marx en El Capital), establece una separación entre lo que hoy es conocido como «valor» y «precio». Desde la perspectiva de la economía política, el «valor» es la expresión del trabajo incorporado a la mercancía y el precio es la tasación de ese valor que hace el mercado. Estas categorías contrastan con la total identificación del valor con el precio en las escuelas del valor subjetivo.
- El intercambio privado se produce en el mercado y está basado en un marco legal que valida la propiedad privada. Este sector se denomina sector privado.
- Cuando el gobierno interviene en la economía de mercado, a través de políticas o de intercambios directos, se denomina sector público. El grado de estatalización de la economía varía a lo largo del tiempo. La estatalización completa es el sueño de cualquier fascista o comunista, conduce a la estadolatría, al estado providencial.
Las grandes escuelas de la economía política se dividen principalmente en dos paradigmas: el paradigma de la distribución y el paradigma de la producción. Estos paradigmas pueden estar relacionados, particularmente en los extremos.
- Las teorías basadas en el paradigma de la distribución discuten fundamentalmente sobre cómo deben distribuirse los costos y beneficios sociales, así como los costos y beneficios del capital. Algunas de estas teorías son: anarquismo, liberalismo, conservadurismo, socialismo y comunismo.
- Las teorías enmarcadas en el paradigma de la producción se preocupan por los fundamentos y las bases sobre las cuales la sociedad decide qué producir y de qué forma. Algunas teorías de este paradigma son: individualismo, comunitarismo y colectivismo.
Breve evolución de los paradigmas de la distribución
Recordemos que son, por este orden liberalismo, conservadurismo, anarquismo, socialismo y comunismo.
- El primer paradigma de la distribución moderno que surge corresponde al liberalismo de la escuela clásica. Para los clásicos, como ya hemos comentado en una entrada anterior, el objetivo es eliminar el intervencionismo estatal (doctrina del “laissez faire”). El liberalismo económico es la aplicación de los principios liberales en el desarrollo material de los individuos, como por ejemplo la no intromisión del Estado en las relaciones mercantiles entre los ciudadanos, impulsando la reducción de impuestos a su mínima expresión y reducción de la regulación sobre comercio, producción, etc. Según la ideología liberal, la no intervención del Estado asegura la igualdad de condiciones de todos los individuos, lo que permite que se establezca un marco de competencia justa, sin restricciones ni manipulaciones de diversos tipos. Esto significa neutralizar cualquier tipo de beneficencia pública, como aranceles y subsidios. Es, por tanto, antiestatalista. Posteriormente, los economistas neoclásicos, al menos los más importantes como Marshall, que son posteriores a Marx, son una reacción al marxismo y se centran en la microeconomía, recuperan la idea del laissez faire y la no intervención estatal (justo lo contrario que dice el keynesianismo). Todo el esfuerzo de los neoclásicos es resolver el conflicto entre supuesta libertad e igualdad material inherente a la inercia capitalista, y la receta tanto de los austriacos como de los keynesianos es el crecimiento. La teoría neoliberal (especialmente la neoclásica) lo que trata de hacer es naturalizar las relaciones de poder que hay «detrás del mercado». Es una reacción al marxismo que es un intento de visibilizarlas. Para el liberalismo, sólo hay oferta y demanda. Todo lo demás es intervención estatal y subdesarrollo.
- El conservadurismo surge como reacción al paradigma liberal. En lo económico, manifiesta una preferencia por la propiedad privada y la prudencia fiscal. Sin embargo, el conservadurismo no es, en general, adverso por principio al intervencionismo, generalmente para promover o defender la industria «nacional» o el desarrollo de actividades que se ven como esenciales para el bien o interés nacional. Es, de hecho, pro-estatalista. Algunas de sus derivaciones son el dirigismo y el estado social.
- El anarquismo, como reacción al estado libera por parte de pequeños artesanos y obreros, propone el federalismo, la autogestión, el principio de la solidaridad de clase, la huelga general como herramienta de negociación, la toma y recuperación de los lugares de trabajo, la acción directa (tratamiento de los conflictos laborales entre empleador y trabajadores, sin el concurso de terceros «representantes» que pudieran obstruir a los trabajadores organizados en asamblea), el apoyo mutuo, el antiestatismo y el internacionalismo. Es compatible con otras tendencias anarquistas tal como el anarcocomunismo, el mutualismo y el colectivismo.
- El socialismo es el control por parte de la sociedad, organizada con todos sus integrantes, tanto de los medios de producción y comunicación como de las diferentes fuerzas de trabajo aplicadas en las mismas. El socialismo implica, por tanto, una planificación y una organización colectiva consciente de la vida social y económica. Subsisten sin embargo criterios encontrados respecto a la necesidad de la centralización de la administración económica mediante el Estado como única instancia colectiva en el marco de una sociedad compleja, frente a la posibilidad de formas diferentes de gestión descentralizada de la colectividad socialista, tanto por vías autogestionarias como de mercado, así como mediante el empleo de pequeñas unidades económicas socialistas aisladas y autosuficientes. Existen también discrepancias sobre la forma de organización política bajo el socialismo para lograr o asegurar el acceso democrático a la sociedad socialista a clases sociales o poblaciones, frente a la posibilidad de una situación autocrática por parte de las burocracias administrativas. Inglaterra fue una de las dos cunas del socialismo «utópico». Existen dos causas importantes que dan al socialismo utópico inglés su carácter peculiar: la revolución industrial, con su cortejo de miserias para el naciente Proletariado, y el desarrollo de una nueva rama de la ciencia: la economía política, concepto asociado a la búsqueda de dominio titular de las ciencias políticas. En Francia tuvo un carácter más filosófico que en Inglaterra. Su primer representante fue el conde Henri de Saint-Simon, considerado por Engels el creador de la idea en estado embrionario que sería utilizada por todos los socialistas posteriores. Propuso la Federación de Estados Europeos, como instrumento político para controlar el comienzo y desarrollo de guerras. Al mismo tiempo Charles Fourier, concibió los falansterios (comunidades humanas regidas por normas de libre albedrío e ideologías económicas socializadas). En Alemania, el socialismo es representado por Ferdinand Lassalle. Lassalle pensaba que la humanidad estaba regida por oportunidades fuera de control del individuo, por lo que se hacía necesario que el estado tomase a su cargo la producción y distribución a favor del bienestar social y para lograr que los trabajadores se beneficiaran del aumento de la productividad, no más laissez-faire, es necesaria la intervención del estado a fin de proteger al débil del fuerte, pregonaba. En el terreno de la acción inmediata, los esfuerzos de Lassalle se concentraron en dos metas, la conquista del sufragio universal y la creación de asociaciones de producción, subvencionadas por el estado; en política, apoyó además la idea prusiana de unificación «por arriba» de Alemania; defendiendo a su vez a Bismarck como el artífice para esa unión. Esta toma de posición, que relató en «La guerra italiana y la misión de Prusia» (1859), lo enfrentó directamente a Marx, que apoyaba a los trabajadores contra el Estado prusiano.
- El comunismo es una forma de organización social y económica caracterizada por el control y planificación colectiva de la vida comunitaria, la abolición de la propiedad privada sobre el trabajo y los medios de producción, y la eliminación de las clases sociales. La doctrina comunista, cuya base es la colectivización de la propiedad, fue fundada por los pensadores socialistas alemanes del siglo XIX Karl Marx y Friedrich Engels como una interpretación revolucionaria de la historia: un permanente conflicto por el excedente material, cuyo inicio se debe a la aparición de la propiedad que pone fin al comunismo primitivo y separa a la sociedad en clases de acuerdo a su forma de adquisición de recursos. Karl Marx, uno de los ideólogos del comunismo, critica la escuela clásica, que era la vigente hasta finales del siglo XIX, y que preconizaba la no intervención y el laissez faire. Marx introduce varias ideas como la de modo de producción y sus diferentes tipos, lucha de clases, y ya en su deriva comunista, la idea de dictadura del proletariado. La escuela marxista influye notablemente en Keynes e, indirectamente, en la economía de estado actual ortodoxa, que es toda keynesiana. Marx es más sociólogo que economista moderno (cuantitativo). La cuantificación de las variables económicas solo la acomete la escuela neoclásica primero y Keynes después. Marx es considerado el último economista liberal clásico, porque es el que desnuda esta ideología evidenciando que no es más que un intento de dotar de categoría ética una forma de dominación. Tanto mundial, entre pueblos, la del imperio británico, como de clase durante la revolución industrial.
Breve evolución de los paradigmas de la producción
Recordemos que son: individualismo, comunitarismo y colectivismo.
- Los individualistas promueven el ejercicio de los objetivos y los deseos propios y en tanto la independencia y la autosuficiencia mientras se oponen a la mayoría de las intervenciones externas sobre las opciones personales, sean estas sociales, estatales, o de cualquier otro tipo de grupo o institución.
- En el lado opuesto encontramos el colectivismo. El colectivismo sostiene que las cosas deben ser propiedad de un grupo más que propiedad de una sola persona (propiedad privada). El socialismo suele asociarse con esta teoría, aunque es de notar que no es aplicable a todas las visiones existentes del socialismo. Central a este punto de vista favorable al grupo, está el concepto de propiedad colectiva, en oposición a la propiedad privada. Algunos aplican esto sólo a bienes de capital y tierra, mientras otros colectivistas argumentan que todas los bienes de consumo deben observarse como bienes públicos, y son difíciles de, o no deberían privatizarse; es el caso de bienes naturales, de defensa nacional, de justicia y de información. Los comunistas creen que no solamente los medios de producción, sino el producto del trabajo debería colectivizarse, y los salarios abolirse. La conferencia de Florencia de la Federación de la Internacional, al mostrar los principios anarcocomunistas, señaló: «La Federación Italiana de la Internacional considera propiedad colectiva a los productos del trabajo y como complemento necesario del programa colectivista…’«.
- El comunitarismo político, o sistema político comunitario, es un sistema de organización y gestión política y de gobierno fundamentado en una conciliación estructurada e integradora de intereses diversos, que se manifiestan en instituciones y órganos distintos que, integrados en un marco jurídico y político compartido, adoptan decisiones vinculantes para todos, en ámbitos de competencia determinados. El sistema político comunitario se construye sobre la base de una preexistencia de unas agrupaciones culturales o de intereses separadas de naturaleza diversa, llamadas comunidades, que por su interdependencia y sobre una base de compromiso solidario mutuo, adoptan un método de gestión institucionalizado y conjunto de sus intereses comunes. Su constitución y funcionamiento reposan necesariamente sobre los principios de la democracia cooperativa, la diversidad y la solidaridad, así como, a diferencia de las asociaciones meramente voluntarias o cooperativas, sobre un sistema jurídico común que, sin perjuicio de su coexistencia con otros, goce de primacía o prevalencia sobre cualquier otro, en el ámbito de sus competencias.
Paradoja de Kaldor-Hicks
En general, ninguna política económica predeterminada puede obtener un resultado óptimo en todos los sentidos. Esto se conoce como paradoja de Kaldor-Hicks.
De acuerdo con el criterio de eficiencia de Pareto, un resultado es más eficiente si al menos una persona mejora y nadie empeora. Esto parece ser una forma razonable de determinar si un resultado aumenta la eficiencia económica. Sin embargo, algunos creen que en la práctica, es casi imposible tomar cualquier acción social, tales como un cambio en la política económica, sin empeorar el bienestar de una persona. Incluso el intercambio voluntario puede no ser una mejora de acuerdo con Pareto. En condiciones ideales, el intercambio voluntario es mejor desde el punto de vista de Pareto, dado que los individuos no lo llevarían a cabo a menos que hubiera un beneficio mutuo. Sin embargo, un intercambio voluntario no sería Pareto superior si se presentan, como sucede con frecuencia, costes externos (como contaminaciones que perjudican a un tercero).
Usando el criterio de eficiencia de Kaldor-Hicks, un resultado es más eficaz si los que se benefician de un cambio pueden, en teoría, compensar a aquellos que sufren las consecuencias, lo que da un resultado mejor de acuerdo con Pareto. Por ejemplo, un intercambio voluntario que crea contaminación sería una mejora de Kaldor-Hicks, si los compradores y los vendedores todavía están dispuestos a llevar a cabo la transacción, incluso si tienen que compensar plenamente a las víctimas de la contaminación.
La diferencia clave es la cuestión de la indemnización. El criterio de Kaldor-Hicks no requiere que realmente se pague compensación, sino simplemente que exista la posibilidad de compensación, lo que no significa necesariamente que cada parte resulte mejor (o por lo menos, no peor). Así, en la eficiencia de Kaldor-Hicks, un resultado más eficiente puede, de hecho, dejar a algunas personas en peor situación. La eficiencia de Pareto requiere hacer cada parte implicada mejor (o al menos no peor).
Mientras que cada mejora de Pareto es una mejora de Kaldor-Hicks, la mayoría de las mejoras de Kaldor-Hicks no lo son de acuerdo con Pareto. Esto es porque, como ilustra el gráfico en el recuadro, el conjunto de mejoras de Pareto es un subconjunto propio de la mejora de Kaldor-Hicks, lo que también refleja la mayor flexibilidad y aplicabilidad de los criterios de Kaldor-Hicks, en relación con los criterios de Pareto. Por ejemplo, en una sociedad con dos personas, supongamos que inicialmente la persona A tiene 20 ovejas y la persona B tiene 200 ovejas. Si algún cambio en la política u otra acción da el resultado que la persona A termina con 20 ovejas y la persona B con 99 ovejas, este cambio no sería mejor de acuerdo con Pareto, ya que la persona B está ahora en peor situación. Sin embargo, lo sería de acuerdo con Kaldor e Hicks, dado que A podría dar, en teoría, a B cualquier cantidad entre 2 y 18 ovejas para aceptar la situación nueva.
La convivencia de los diferentes paradigmas
Los neoclásicos aspiran a que la economía sea una disciplina determinista, una cosa bastante absurda. Los neoclásicos quieren cuantificar las variables microeconómicas. Tratan de objetivar dando apariencia de ciencia exacta a algo que está mucho más cerca de ciencia social. El estado liberal y su representación no son más que una ficción cuyo objeto es garantizar que la democracia no entra en colisión con la reproducción de capital y su lógica en las relaciones productivas. El neoliberalismo para la política económica del estado como tal es una ficción, no se aplica en ningún lado. En la actualidad sólo hay un paradigma válido para la economía estatal, que es el keynesiano.
El liberalismo, en cambio, es un paradigma que se aplica bien a la empresa, por eso tiene tanto éxito en el mundo empresarial. En un paradigma fruto de una ideología es normal que funcionen algunas premisas parcialmente, otra cosa es que eso sea una ciencia natural como pretenden y la única forma de organización y de relación productiva. Pero en la economía de estado el neoliberalismo es inaplicable.
No obstante, neoliberalismo en la empresa privada y keynesianismo estatal pueden convivir, y de hecho conviven desde hace años.
De hecho, la idea más extendida de los «empresarios» como titanes autónomos que parece deducirse del concepto de «propietarios de los medios de producción» está alejada de la realidad. La necesidad de incrementar los beneficios muchas veces es simplemente para mantenerse en el mismo lugar dentro del mercado. Dicha necesidad no es determinada tanto por la competitividad en el mercado, sino la presión que los préstamos y los prestamistas ejerce sobre todos esos agentes de mercado. Es diferente el monopolio u oligopolio, de cosas necesarias de primer orden, que la posición dominante en un mercado donde existen alternativas.
Según Antonio Garcia-Trevijano, la política económica es tan variada y tantos los casos posibles que no caben en un recetario para cada coyuntura posible, a modo de librillo de maestro (por ejemplo, la regla de la limitación del déficit dentro de la, que es atarse las manos innecesariamente). Se trata de una pragmática, y lo prudente en unas circunstancias es imprudente en otras. La política económica en cambio, depende de la libertad y es ella la que tiene que aconsejar qué momentos son de austeridad en el gasto y cuáles son de empeñarse en el gasto para reconstruir tras un desastre o una guerra.
Política y economía
El discurso económico actual, que separa la economía de la política, es falaz. La política, como ciencia del poder, es previa a la economía, y no se puede entender la economía sin entender la política. De hecho, existen dos negocios «especiales» por su capacidad de influir de forma sistémica, sobre todos los demás:
- Banca, que maneja enormes cantidades de dinero, decide qué proyectos financia y cuáles no, puede comprar voluntades de legisladores y gobiernos.
- Energético (generación y distribución de energía) es estratégico, si no funciona bien o no funciona de forma competitiva, afecta a todos los demás procesos productivos, empeorando su competitividad.
El monopoio de estos dos negocios define el estatalismo. Terminamos con unas citas del presidente americano Woodrow Wilson:
«Principalmente desde que entré en política, he escuchado opiniones de hombres confiados a mí en privado. Algunos de los hombres más grandes de los Estados Unidos, en el campo del comercio y de la fabricación, tienen miedo de alguien, tienen miedo de algo. Saben que hay un poder en algún lugar tan organizado, tan sutil, tan atento, tan entrelazado, tan completo, tan penetrante, que creen mejor susurrar cuando quieren condenarlo. Saben que Estados Unidos no es un lugar en el que se pueda decir, como solía ser, que un hombre puede elegir su propia vocación y seguir sólo lo que sus habilidades le permitan perseguir porque hoy, si entra en algunos ámbitos, hay organizaciones que utilizarán sus medios contra él, lo que impedirá la construcción de un negocio que no quieren que se construya; organizaciones que contribuirán a que el suelo se recorte bajo sus pies y que los mercados se cierren para él. Si comienza a vender a algunos distribuidores al por menor, a cualquier distribuidor al por menor, el monopolio se negará a vender a esos distribuidores y los distribuidores, por miedo, no van a comprar mercancías del nuevo empresario.” «El viejo orden cambia«, Sección I p.13.
«La industria estadounidense es no libre, como una vez fue; La empresa americana no es libre; el hombre con sólo un pequeño capital está encontrando cada vez más difícil conseguir entrar en el campo, cada vez más imposible competir con los grandes. ¿Por qué? Porque las leyes de este país no impiden el fuerte aplastamiento de los débiles. Esa es la razón, y debido que a los fuertes han aplastado los débiles, los fuertes dominan la industria y la vida económica de este país. Nadie puede negar que las líneas de emprendimiento son cada vez más estrechas y rígidas; nadie que sepa algo sobre el desarrollo de la industria en este país puede obviar que los tipos más grandes de crédito son cada vez más difíciles de obtener, a menos que se obtengan en los términos de unir los esfuerzos con los que ya controlan la industria del país; y nadie puede dejar de observar que cualquier hombre que trate de establecerse a sí mismo en competencia con cualquier proceso de fabricación que haya sido tomado bajo el control de grandes corporaciones de capital, actualmente se encuentra él mismo obligado a venderse y permitir ser absorbido o expelido hacia fuera.” «El viejo orden cambia», Sección I p.15.
«Ningún país puede permitirse que su prosperidad se origine por una pequeña clase controladora. El tesoro de América radica en las ambiciones, las energías, que no pueden ser restringidos a una clase favorecida especial. Depende de los inventos de hombres desconocidos, de las creaciones de hombres desconocidos, de las ambiciones de hombres desconocidos. Cada país se renueva de las filas de lo desconocido, no de las filas de los ya famosos y poderosos y en el control.» El viejo orden cambia», Sección I p.17.